La cantidad de recursos para atender las necesidades del modelo de protección social nunca, en ninguna parte -en ninguna economía- son suficientes, por la sencilla razón de que las necesidades humanas no son limitadas, sin embargo esa cantidad de recursos si es limitada, más a medida que vayamos profundizando en la crisis sistémica en la que estamos adentrándonos. En otras palabras, tenemos que irnos haciendo a la idea de que cada vez habrá menos recursos, muchos menos recursos, para atender unas necesidades sociales que, en base a lo dicho en el párrafo anterior, van a ser crecientes.
Cierto es que a gran parte de la población inmigrante europea, directa o indirectamente, se la llamó, se la trajo -o se la atrajo-, en el caso de España, entre otras cosas, para que construyese pisos y para que sirviese cervezas en los bares de playa. Más pronto o más tarde, la mayor tasa de natalidad de la población inmigrante forzará un enfrentamiento con la población autóctona a medida que se vaya reduciendo la disponibilidad de recursos para atender el modelo de protección social; comenzará por la sanidad, y se irá extendiendo al resto de las coberturas sociales.
'¿Por qué, se preguntará parte de la ciudadanía, aquella familia inmigrante tiene que absorber más recursos sanitarios que la mía porque tiene tres hijos mientras que yo tengo sólo uno porque, en su momento, pensé que era mejor para mi tener uno tan sólo?'. El momento de esta pregunta se halla a la vuelta de la esquina (si es que no ha llegado ya); ¿alguien ha pensado cómo abordar el problema cuando este se presente?.
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