"En Occidente se ha desarrollado mucho la cabeza, pero poco el alma"
Mujer de costumbres austeras, Choying invierte todos sus ingresos en un centro educativo de cinco plantas que abrió hace un lustro en las afueras de Katmandú. Sus usuarias son chicas de siete a 23 años provenientes de las áreas rurales y depauperadas del país. "Procuro, sencillamente, hacer a la gente feliz sin dañar a nadie", razona. "La felicidad es un hábito. Se trata de buscarla, de motivarse para ella"
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