Hoy en el Confidencial Carlos Sánchez da un toque de atención sobre el problema de la educación, algo que muy pocos ven, pero que a algunos nos asusta desde hace mucho tiempo. Ya sabe que el que siembra recoge, pero este no es el caso de España.
"La incapacidad de la clase política a la hora de vertebrar debates de calado más allá de las obviedades de turno, puede explicar la desidia con que la opinión pública afronta la reforma de la Universidad. Los problemas se ven más como un asunto de orden público (ahí están los encierros en varias universidades contra el proceso de Bolonia) que como un reto que la sociedad tiene delante de sus narices. Y cuya importancia está a la altura de otras cuestiones que de nuevo escapan del debate parlamentario: el nuevo modelo de crecimiento económico o una reflexión serena y constructiva sobre si la estructura del Estado favorece la posición de España en un mundo globalizado.
En el interregno, y a la espera de que ese debate se haga realidad, lo cierto es que la Universidad se muere. Eso sí, lentamente y sin dar mucha guerra, lo cual produce todavía mayor sonrojo. La Universidad (pública y privada) ha dejado de cumplir ese papel relevante que tuvo antaño, y es obsoleta para dar respuestas a la sociedad del conocimiento, en última instancia el desafío que tienen ante sí los países desarrollados.
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